Un día me desperté y el primer pensamiento que tuve fue:
No quiero hacer esto mismo por el resto de mi vida.
Fue un día horrible. Una semana horrible. (Pondría del orto pero es la primera vez que nos leemos, me parece un poco fuerte).
Durante varios días no pude salir de ese pensamiento. Lo tenía como un bucle metido en la cabeza.
No es la primera vez que ese pensamiento me asalta, para qué mentir.
Sucede que antes, el día a día, las tareas, las obligaciones lo terminaban ahogando y ya pero bueno se ve que el pensamiento ese, ahora aprendió a nadar. (HDP).
Entonces pensé: bueno, basta Tatiana. No se puede así. Hay que hacer algo, hay que cambiar. (Sí, yo hablo conmigo misma porque el perro todavía no me responde).
En otro momento de mi vida -cambiar- hubiese significado hacer algo distinto. Algo que no haga siempre, que me saque de la rutina.
Como la vez que
me compré una trompeta e intenté aprender. (Antes me había comprado una flauta traversa)
me levantaba a las 5:30 am para salir a correr (real, no me duró mucho).
me compré herramientas y quise hacerme la carpintera.
me despertaba media hora antes de la alarma para meditar
se me ocurrió ir al gimnasio 6 veces a la semana (sí, también los sábados a la mañana)
empecé básquet
me corté el pelo
me tatué.
pinté y decoré partes de mi casa (como si supiera lo que estaba haciendo)
estudié sobre entrenamiento para perros (también se me “ocurrió” tener un perro).
aprendí reiki nivel 1
hice un curso de guion
empecé una maestría y un doctorado (a los dos los dejé)
Puedo seguir, esos son sólo los “cambios” que hice en los últimos cuatro años. Hay muchos más.
Y yo sé que en este punto pueden estar pensando: - “bueno pero mira todas las cosas que hiciste.
Y sí, tienen razón. Son varias. También son bastante útiles pero creo que surgieron con el impulso incorrecto. Se fueron dando porque yo sentía que necesitaba cambiar un algo que estaba siendo/haciendo todo el tiempo. Fueron un shock de cambio.
Y funcionaron, sí. Un tiempo pero nada más.
Hasta que entendí que no es estrictamente un cambio lo que necesito. Necesito sentirme a gusto con lo que hago. Necesito querer lo que hago. (Ay, ella, frase de taza, VIVE RÍE SUEÑA AMA).
No es que no esté a gusto con mi vida, al contrario, estoy bastante conforme con haber sobrevivido 31 años. Siento que entré en una especie de meseta, un stand by, un repetir cosas sin pensar mucho porque ya las conozco y sé cómo se hacen.
Entonces se me ocurrió esta idea. 100 días para mi cumpleaños.
Me propuse mejorar mi propia versión. Mejorar todas las cosas que hago en el día a día, durante los próximos cien días.
Para eso diseñé un plan. 100 días en que las mejoras o los cambios que tenga que hacer van a ser de manera paulatina y pensada para poder sostenerlas en el tiempo.
Y lo voy a compartir, por acá.
¿Para qué? ¿Qué tiene que ver todo esto?
No sé. (¿Qué se piensan? ¿que voy a tener todas las respuestas? No estaría escribiendo estas cosas. Gratis).
En realidad creo que -si de alguna manera- hago pública mi intención de mejora puede llegar a ser más sencillo. (O no).
Voy a publicar todos los domingos mis resúmenes, estadísticas, análisis, reflexiones objetivos, desencantos, procrastinaciones y demás durante catorce domingos hasta que llegue el 13 de septiembre de 2024. Tres meses. Catorce semanas. Cien días.
100 días para mi cumpleaños.
¿Lo lograré?
P.D: si leíste hasta acá, es importante que te diga que la trompeta la vendí y me compré un televisor. A veces hay que dejar de mentirse.
Antes de que llegue tu fecha, vayamos a: andar en bici (11 am ja), pescar (como excusa de conectar con la naturaleza ja), tomar mate de TÉ en el pasto y al solcito, el día de más frío comer guisito con vino, sacar a pasear al señor Baco, ir a baile... ya seguiré pensando... por ahora empecemos con esto que no es poco.
Me siento tremendamente identificada. Aquí una fiel lectora que te acompañará en el proceso y leerá con mucho interés tus reflexiones los domingos. 🙌🏻